La Crisis en el Paraíso, Guatemala

Luego de catorce años de trabajar en el Paraíso y otros sectores marginales de la Ciudad de Guatemala hemos visto cómo la juventud ha caído en picada. Cinco de cada diez niñas son ablusadas sexualmente antes de cumplir quince años. A menudo, eso resulta en su primer embarazo antes de los dieciocho años. El hombre que la violó y embarazó, va a abandonar a ella y a su hijo. Completamente sola y sin ninguna manera de sostenerse a sí misma o a su hijo, ella se irá a vivir con otro hombre; al tiempo ella tendrá veinticinco años y tendrá de cuatro a cinco hijos. El segundo hombre también la va a abandonar, indispuesto a aceptar las responsabilidades de la paternidad y crianza de sus propios hijos, mucho menos los hijos de otro hombre. Sola de nuevo, se irá a vivir con un tercer hombre. Un día, el tercer hombre llega a casa borracho o drogado y el ciclo se repetirá de nuevo con su hijastra. El niño crece sin un padre, sin un modelo a seguir que le enseñe valores y sin una familia. La sociedad los trata como basura y se desentiende de ellos. Sin una mano que los ayude a levantarse de su pobreza, los niños repiten el único patrón que conocen: abuso, violencia, alcoholismo y abuso de drogas. Ellos enfrentan sus muertes habiendo vivido una vida sin propósito.

Los chicos en Guatemala quieren estudiar y superarse, pero ellos viven en un ambiente que no les brinda ninguna oportunidad para que su deseo se vuelva realidad. Desesperados por escapar de los padres abusivos y del hambre, los niños buscan la manera de escapar. Desafortunadamente, ellos encuentran aceptación y una familia en las maras. La pobreza, violencia y la amenaza de las maras no les permiten a los niños alcanzar todo su potencial. 

La vida en las maras, sin embargo, no es la salvación que parece ser para los niños. Los miembros de las maras con frecuencia pierden sus vidas a causa de la violencia, sobredosis por drogas y/o enfermedades terminales antes de cumplir veinticuatro años. Aquellos que sobreviven desperdician su vida llenando las cárceles sobrepobladas en Guatemala. ¡Qué desperdicio de juventud, energía y potencial!

Los chicos con los que trabajamos no quieren seguir esos patrones y caer presa de las pandillas, pero sienten que no tienen elección. Nadie les brinda una mano o les ofrece una salida. Ser de alguna colonia en particular o ser de cierta clase social los priva de la mayoría de oportunidades. Todo lo que ellos necesitan es una oportunidad de superarse y Ministerios Engadi quiere darles a ellos esa oportunidad.